Carta con motivo de la Jornada Mundial de los Niños

World Children's Day 2024
Ciudad del Vaticano, 6 de febrero de 2024

Carta con motivo de la Jornada Mundial de los Niños

Queridos Hermanos en el Episcopado:

el Santo Padre nos sorprendió el pasado 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, cuando anunció la celebración de la primera "Jornada Mundial de los Niños", prevista para los días 25 y 26 de mayo de 2024 en Roma. En efecto, las sorpresas infunden energías impensables, abriendo imaginaciones sin precedentes. Nos asombra continuamente el encanto conmovedor de los niños y las niñas, pero también nos hiere el sufrimiento de los pequeños que, en muchas partes del mundo, experimentan las inútiles consecuencias de la guerra, el hambre y la sed, la fatiga persistente causada por la reciente pandemia, el dolor de las incomprensiones y la amputación del futuro.

Todavía está muy vivo el recuerdo de la felicidad que experimentamos el pasado 6 de noviembre, cuando en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco se reunió con miles de niños y niñas de seis a doce años, provenientes principalmente de Italia, junto con grupos representativos de gran parte del mundo. Fue como contemplar un manantial cuya corriente viva refrescaba de esperanza la tierra y la Iglesia. Por esto, el Santo Padre desea que el encuentro de los niños con el Papa se convie1ia en un momento que abrace efectivamente a toda la Iglesia, de forma regular.

Su Santidad encomendó al Dicasterio para la Cultura y la Educación la organización de la primera "Jornada Mundial de los Niños", confiando, al mismo tiempo, al Padre Enzo Fortunato la tarea de coordinar el evento, valiéndose de todas las colaboraciones y aportaciones que se consideren necesarias. Por supuesto, al tratarse de un acontecimiento nuevo, preparado en poco tiempo, la primera Jornada se asemejará más a un ensayo general de un concierto, que al concierto en sí mismo. Será más parecido a una semilla que a un árbol. La Jornada se celebrará en dos niveles: universal, con sede en Roma, donde se espera que converjan también las delegaciones nacionales; y diocesano, dejando la organización a la creatividad de cada una de las Iglesias locales.

¿Por qué el Papa quiere encontrarse con los niños? Para anunciarles la alegría del Evangelio. ¡Los niños y las niñas tienen derecho a encontrarse con Cristo! El Cristo entero. El Cristo que resucita a una niña, pidiendo a sus padres que le den de comer (Me 5 ,21-4 3 ); que despierta de entre los muertos a un niño, devolviéndoselo a su madre (Le 7, 11-17). El Cristo que coloca en el centro a un niño, mostrándolo a los adultos como criterio para entrar en el Reino (Me 9,33-37). Pero también el Cristo que dice además a los niños: "Levántate y anda" (Me 2,9-12), "Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados" (Mt 11,28), "Vuestros pecados son perdonados" (Mt 9,2), "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6). El Cristo que habla, incluso a los niños, de la necesidad de pasar por la puerta estrecha y llevar la cruz, detrás de él, cada día (Mt 7,13-14; Le 9,23).

El Papa quiere encontrarse con los niños y las niñas para escuchar el Evangelio que palpita en ellos, en la etapa inicial de la vida. Una de las características extraordinarias de los niños es su novedad disruptiva. Su mismo nacimiento es un acontecimiento: llega una nueva vida, una nueva persona, una nueva presencia tan intensa que renueva la identidad de las personas que la rodean. Con su llegada, un hombre y una mujer se convierten en "papá" y "mamá", "abuelo" y "abuela", "hermano" y "hermana". Los niños son el comentario más bello y vivo -escrito en carne, sangre y espíritu- del pasaje del Apocalipsis en el que Cristo afirma de sí mismo: "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas" (Ap 21,5). Ciertamente, es el Verbo de Dios, lleno de majestad, quien pronuncia esas palabras; sin embargo, ese misterio sobrecogedor "se hizo carne" en la novedad concreta que trajo y descubrió el Niño nacido en Belén y criado en Nazaret.

Por este motivo, el Santo Padre eligió como tema de la primera Jornada Mundial de la Infancia precisamente las palabras de Jesús: "He aquí, yo hago nuevas todas las cosas" (Ap 21,5). Es una invitación a ser como los niños, ágiles para captar las innovaciones suscitadas por el Espíritu de Cristo en cada hombre y en cada mujer, en la historia y en la Iglesia.

Por ello, recomendamos la participación del mayor número posible de niños y niñas, tanto a nivel universal como diocesano; ¡Quienes tienen más recursos y gozan de buena salud no deberían privarse de la riqueza que sólo las niñas y los niños más pobres y débiles pueden aportar!

José Tolentino Card. de Mendonça
Prefecto

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